Desde la Acera

lunes, octubre 09, 2006

GATOPARDISMO,
DE MÁSCARAS, CAMALEONES Y EQUILIBRISTAS

  • El arte de ser y mutar

  • Las banderas del cambio para no cambiar

  • Al final sólo circo, maroma y teatro


  • Por César E. Pérez
    La diferenciación ha sido una de las artes que más trabajo le has costado a nuestro políticos practicar, aunque ciertamente han hecho del juego de máscaras todo un arte.

    La mayoría de practicantes del arte de representar al pueblo han desarrollado estrategias que les permiten vivir, sospechosamente muy bien, mutando de colores como camaleón, haciendo saltos mortales como trapecistas, caminando sobre la cuerda floja cual ducho equilibrista, desafiando las fieras fauces de los leones al meter la cabeza en ellas y toreando autos en vías rápidas y bureles en las plazas sin acusar siquiera un pequeño espanto.

    Así, las creencias religiosas, el apego a las leyes, el reconocimiento de insuficiencias en organizaciones políticas, la falta de congruencia con las ideas, el rebasamiento de las instituciones, la demandas sociales, entre otras, son banderas que se enarbolan de manera indiscriminada por quienes han hecho de la política su botín de guerra, de campaña o de partido, buscando siempre guardar la apariencia para dar el zarpazo a la primera oportunidad, sin asomo de vergüenza alguna.

    Lo mismo gobernadores que alcaldes, presidentes de la república que jueces de la corte, integrantes de institutos políticos que encargados de vigilar las elecciones, han utilizado los organismos públicos para medrar y alcanzar sus metas personales, aprobando o generando medidas que se saben negativas para la población pero positivas para sus fines.

    De esta manera, nada detuvo a Luis Ernesto Derbez en sus afanes de alcanzar la presidencia de las Organización de Estados Americanos (OEA), dejando de lado la política externa del país; Todo fue soslayado por Carlos Salinas de Gortari en su intento por ser el titular de la Organización Mundial de Comercio (OMC), además de mantener la apariencia de que dirigía un país prospero y en marcha; la religión tomó parte importante en el gobierno mexicano con el arribo de los panistas Vicente Fox y Carlos Abascal, ignorando en el nombre de dios el estado laico.

    De acuerdo con lo anterior, ¿cómo se podría calificar el actuar del gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz en la crisis que vive su estado, si paga publicidad en los medios de comunicación afirmando que la entidad está trabajando en completa tranquilidad, al estilo de lo que hace Mario Marín, el góber precioso de Puebla?

    La defensa que los priístas del congreso hacen de ambos mandatarios, Ruiz y Marín, es de auténtico descaro y faltó del más mínimo interés hacía el electorado que dicen representar, pero si Emilio Gamboa Patrón (líder tricolor en la cámara de diputados) reconoce que negoció leyes con el todopoderoso Kamel Nacif, ¿cómo iban los demás a ser diferentes?

    También los panistas tiene sus cosas, si bien han sido el partido que más ha pugnado por la democracia en el país, el poder les ha llenado de poder y les ha rebasado. No saben como contener las inquietudes de sus integrantes, siendo parte del estado litigan en su contra, siendo parte del gobierno de olvidan de él y buscan cumplir metas personales portándose dadivosos con los empresarios, siendo afanosos buscadores del ambiente democrático dejan las elecciones llenas de dudas y sospechas de fraude. Además, siendo mayoría relativa en el congreso de la unión ponen en práctica medidas que antes rechazaban, sacando a relucir lo que verdaderamente buscan, el poder total.

    De los perredistas hay, en tan poco tiempo de existencia, cosas para decir de sobra, baste con dos botones, uno consecuencia del otro: El bloqueo de la Avenida Reforma y la convención nacional democrática, ataque en el que ni quienes votaron por el partido en las elecciones de julio se salvaron.

    Al final qué queda, sólo un universo de personajes que sólo buscan su beneficio, que piden pero nunca dan, que quieren pero nunca ofrecen, todo disfrazado de absoluta probidad y de inobjetable democracia, brincando de un partido a otro, equilibrándose de una institución a otra, pintándose de amarillo, verde, azul o tricolor; hablando fuerte en público contra EE.UU. pero reclinándose en corto, ofreciendo justicia pero relacionándose con pillos de toda clase. Es decir, sólo circo, maroma y teatro.

    El baile de máscaras es al que nos llevan.