Desde la Acera

miércoles, octubre 04, 2006

ABASCAL Y FOX,
LA RELIGIÓN COMO TAPADERA

  • Relación estado-religión, mal balance para México

  • Púlpitos en la presidencia y en las secretarías de estado

  • ¿Qué nos espera en ese tema con la llegada de Calderón?


  • Por César E. Pérez

    Las religiones y sus dirigentes siempre han buscado la manera de influir en los demás, desde su alta investidura han irradiado su halo divino y han creado los lazos necesarios que sus ideas sean difundidas por medio de líderes a las masas.

    Así, México no se ha librado de la presencia religiosa en todos los niveles de su desarrollo, menos aún en el ámbito político.

    Si bien los regímenes presidenciales emanados de la revolución sostuvieron una relación alejada con el catolicismo - secta predominante en nuestro país -, fue precisamente el penúltimo (hasta ahora) presidente priísta, Carlos Salinas de Gortari, quien estableció vínculos al más alto nivel con la jerarquía católica vaticana y, por lo tanto, con la nacional.

    Pero, el cambio de colores en la primera magistratura trajo consigo un descaro en ese aspecto, Vicente Fox sin empacho tergiversó las reglas no escritas del presidencialismo mexicano, al anteponer su creencia a la institucionalidad, haciendo continuas referencias a dios, a la virgen de Guadalupe, a las parroquias y vanagloriándose de su relación con un sacerdote que cayó en desgracia.

    Si el jefe muestra su fe, los ayudantes enseñan su fanatismo, tal como lo ha hecho durante sus gestiones en las secretarías del trabajo y de gobernación Carlos María Abascal Carranza, que en el régimen de nuestro señor Jesucristo ha mostrado sin ambages su piedad cristiana.

    Durante su comparecencia ante la cámara de diputados, para la glosa del sexto informe de gobierno de Vicente Fox, en un claro gesto sarcástico, el diputado perredista Othón Cuevas le pidió que "en nombre de dios" no hubiera represión en Oaxaca, contestando Abascal que "en nombre de dios no haremos ninguna represión", quien sabe si ignorando el sesgo burlesco de la petición o porque de verdad sintió una carga religiosa en las palabras.

    La respuesta del secretario de gobernación es peccata minuta, pues de él no depende una medida represora, hay otros hechos que en aras de la fe, de su fe, ha cometido y que si han tenido relevancia no han tenido consecuencias.

    Podríamos recordar la defensa encubierta que recientemente se hizo de Norberto Rivera, arzobispo de México, al que se le acuso de proteger a un sacerdote pederasta cuando era obispo de Tehuacan, Puebla; y cuando desde el poder que le daba a Abascal el ser secretario del trabajo atacó a la profesora de su hija, cuando se le dejó como actividad escolar leer la obra "Aura" de Carlos Fuentes; quizá, yéndonos al extremo, tendría relación con el señor de las tangas, el desaparecido dirigente de Prosida (perdón, Provida) Jorge Serrano Limón.

    La relación jerarquía católica-estado, al menos en nuestro país, nunca ha arrojado buenos resultados, los príncipes de la iglesia se sienten y actúan como intocables por las leyes, desde sus púlpitos recomiendan, opinan, vociferan contra lo que a sus intereses no conviene; mientras que, contrario a la piedad que su credo invoca, cuando uno de los suyos dedica su tiempo y fuerza a causas de ayuda al feligrés, fuera de su esfera de influencia, automáticamente el religioso se convierte en algo contrario al cristianismo, en un renegado y mala influencia para el pueblo. Hay niveles en lo divino, dirían.

    Así, ante la crisis que se vive en territorio oaxaqueño, la inseguridad que se vive en todo el país y la incertidumbre generada por el arribo de un nuevo equipo al gobierno federal, alarma que Fox diga que deja un país en paz, trabajando y que, por ello, en el último día de su mandato irá a la basílica de Guadalupe a dar gracias por haber dirigido una nación como la nuestra, tan unida.

    En ese mismo tenor, nada tendría de raro que Abascal Carranza estuviera rezando para que un milagro le resuelva la ingobernabilidad, para que no le deje ninguna herencia de ese tipo al próximo régimen y, sobretodo, para poder santiguarse y decir a quienes le atacan: gracias a dios, se arreglo todo; si no se arregla podrá decir que así lo quiso dios, total él con dios, ¿quién contra él? Al final, el futuro y consecuencias están fuera de sus manos.

    No cabe duda que el dúo religión-estado no ha traído nada bueno al país, nada más nos trajo a Fox y Abascal, ¿también a Calderón y su martita?